Los inevitables

Situado en el corazón de la región de Nebbio, Saint-Florent es un lugar estratégico para visitar el norte de la isla.

El pueblo está ubicado en:
A 30 minutos de Bastia
1 hora desde Isla Rousse
1 hora desde Centuri
1h30 desde Calvi
1h20 desde Corte

El mayor atractivo del puerto de Saint-Florent es sin duda su ubicación en el corazón del pueblo, lo que le permitirá pasear por los muelles, degustar nuestras especialidades frente al sol poniente o incluso pescar. Allí se le reservarán amarres durante todo el año, previa simple solicitud a la Capitanía Marítima. El puerto, considerado uno de los más bellos del Mediterráneo, también acoge un gran número de cruceros.

Punto de fondeo para navegantes, muy temprano en la mañana se puede aprovechar la calma y las temperaturas aún bajas en el puerto para recibir a los pocos pescadores aún activos, que regresan al puerto. Podrás admirar los “pointus”, barcos de pesca tradicionales y otras redes de arrastre junto a las unidades más grandes en perfecta armonía.

A lo largo de los coloridos y pintorescos muelles disfrutará paseando y por la noche, frente al sol poniente, tomando una copa o cenando en las terrazas de los numerosos restaurantes, disfrutará del entretenimiento ambiental realzado por un pequeño mercado nocturno. /p>

¡La “Córcega Saint-Tropez” existe! Ven a Saint Florent, juzgarás por ti mismo.

Saint-Florent, ciudad portuaria al pie de Cap Corse, ha experimentado numerosos inconvenientes. La ciudad, fundada por los genoveses en el siglo XVI, fue devastada por la malaria y luego disputada por franceses, genoveses y corsos.

La figura icónica de la isla, Pascal Paoli, que luchó por la independencia de Córcega, reconquistó el puerto en 1793, ayudado por la flota de Nelson. Hoy te espera un pequeño y magnífico puerto deportivo, en un casco antiguo lleno de recuerdos.

Su ciudadela, construida en 1440 por los genoveses, que fue hasta el siglo XVII la sede del obispado de Nebbio y la residencia del gobernador. Entre terraza y casas antiguas, no olvides pasar por la Place des Portes, el centro neurálgico de la ciudad.

Aquí se reúnen los jugadores de petanca, con un aire familiar de los pueblos del sur.

Saint-Florent también está rodeado de magníficas playas, la mayoría de ellas salvajes, a las que se puede acceder tras 4 horas de caminata o en barco.

Los más conocidos son los de Lotu y Saleccia.

Un día en el paraíso

El territorio de Agriate se extiende sobre 15.000 hectáreas. Esta vasta zona está bien delimitada geográficamente: al norte, 37 km de costas naturales sin urbanización, al sur, la carretera departamental nº 81 y las estribaciones de Tenda, al oeste, el valle de Ostriconi, al este, la localidad. de Saint Florent y la llanura de Nebbiu.

Una joya preservada accesible en sólo 20 minutos gracias al taxi acuático desde el puerto de Saint-Florent. Un día inolvidable reservado, embarca y piensa en este tesoro escondido que se revela al ritmo de las animadas olas.

También es posible cruzar el desierto de Agriate en lanzadera 4X4 desde el pueblo de Casta. Para llegar a la playa de Lotu o a la playa de Saleccia (tiempo de viaje: 1 hora).

Para los más deportistas, el camino costero parte de la playa de Saint Florent o del aparcamiento de Fornali.

Permita unas 3 horas de caminata para llegar a la playa de Lotu. En el camino tendrás la oportunidad de refrescarte en la cala Fiume Santu y luego observar la torre Mortella.

Tierra de viñedos, olivares, huertas y pastos, atravesada por muros de piedra seca y salpicada de rediles, Nebbiu siempre ha sido próspera, mereciendo su sobrenombre de “Concha Dorada” (A Conca D'oru en lengua corsa).< /p>

Hoy en día, la riqueza también proviene del turismo, en particular de la atracción costera de Saint-Florent. La región cuenta con numerosos pueblos pequeños y acogedores instalados como observatorios en las alturas que rodean la cuenca del Aliso.

Pieve

Pieve es un pueblo callejero que alberga a unas cien almas en invierno, cuatro veces más en verano.

Las fachadas son sencillas y los tesoros están bien escondidos. ¿Quién sabe, en efecto, que en la plaza de la iglesia se alzan imponentes estantari (estatuas de menhires), testigos de la vida prehistórica?

¿Y que a una hora de camino se encuentran unos restos sorprendentes? Pregunta a los lugareños por indicaciones, ellos te indicarán el inicio de la pista del barranco que conduce a “A Chjesa nera”. De esta “iglesia negra” construida en el siglo XII por el régimen de Pisa, quedan magníficas ruinas serpenteantes, dormidas en medio de una meseta que culmina a 600 metros de altitud. Entre mar y montaña, sobre un océano de maquis, el fabuloso panorama de 360 ​​grados no revela el más mínimo rastro de modernidad. Esto es exactamente lo que descubrieron las tropas francesas que acamparon allí en 1769, en vísperas de la batalla de Ponte-Novo.

Sorio

Unos kilómetros más adelante, tras un túnel de castaños, se alza ladera arriba el pueblo de Sorio.

“No os podéis perder nuestro pueblo”, exclama el alcalde, “¡es el único donde ha conseguido crecer un olivo en lo alto del campanario!” Lo habrás comprendido, la aceituna es la pasión de los lugareños. ¡Pero cuidado! no cualquiera. Aquí adoramos a la “Biancaghja”.

Esta variedad local específica de la región de Nebbiu fue reconocida en la denominación de origen controlada concedida el año pasado al aceite de oliva de Córcega.

 Hace unos años se limpiaron antiguos jardines en terrazas enterrados bajo la maquis y los olivos centenarios vuelven a formar, a lo largo de decenas de hectáreas, magníficas olas plateadas.

Cap Corse es la larga columna montañosa que se extiende por casi 40 km de la cresta de esquisto de Córcega. Una carretera admirablemente trazada entre el mar y la montaña permite descubrir sucesivamente playas de arena o guijarros, pueblos escarpados con sus antiguos cultivos en terrazas y pequeños paisajes marinos enclavados en las hendiduras de la costa. La vertiente occidental, más escarpada que la costa del Tirreno, sigue siendo más salvaje. Ciudad del Cabo ofrece a los amantes de la caza o el buceo fondos rocosos y zonas despejadas repletas de peces.

Cap Corse se compone de dos vertientes diferentes. No tiene la misma apariencia en Occidente que en Oriente. La costa occidental, muy accidentada, está dominada por la alta cordillera dorsal cuyas laderas se hunden brutalmente en el mar.

Ofrece sitios impresionantes y pueblos audazmente encaramados. la costa oriental es más baja, más recta, regularizada por los aluviones arrancados a la montaña por los torrentes.

Durante tu visita a Cap Corse, podrás ver muchas “Torres Genovesas”.

Construidas por instigación del poder tutelar de Génova, las torres proporcionaban esencialmente una función de observación y alerta a la población para permitirles refugiarse en zonas seguras del interior. Para protegerse, los Cap-Corsin erigieron 32 torres de vigilancia redondas en la costa, muchas de las cuales aún permanecen en pie. Los notables hicieron construir torres cuadradas que podían servir de refugio a la población de los caseríos vecinos.

Los Cap-Corsin estuvieron en el origen de los primeros puestos comerciales franceses creados en el siglo XIX en el norte de África y un gran número de ellos emigraron a partir de mediados del siglo XVIII a Estados Unidos, América del Sur y las Indias Occidentales. .

La emigración de Cap-Corsine a Sudamérica hasta principios del siglo XX influyó en la arquitectura de la región.

Los inmigrantes que hicieron fortuna, particularmente en Puerto Rico y Venezuela, construyeron suntuosas residencias en su pueblo de origen con apariencia de “palazzi renacentistas italianos” o de estilo colonial “sudamericano”.

Una región imprescindible de la isla, Cap Corse se puede visitar de cierta manera.

Siempre recomendamos a nuestros clientes comenzar por la parte este, comenzando la visita por el pueblo de Bastia para aprovechar el máximo de luz y terminar con una puesta de sol en la vertiente occidental.

• Pase de Teghime
• Erbalunga
• Sisco
• Macinnaggio
• Rogliano - El molino Mattei
• Barcaggio
• Torre de Séneca
• Centuri
• Pino - El convento de San Francisco
• Canario
• Nonza

Lo que hace famosa a la región de Balagne son los encantadores pueblos repartidos en las colinas entre las montañas y el mar.

Hay una gran cantidad de bonitos y pequeños pueblos fortificados con magníficas vistas y una larga historia.
¡Los edificios están llenos de callejones, casas de piedra y construcciones que utilizan rocas como parte de las paredes!

Accesible sólo a pie por un sendero desde la antigua carretera principal, le ofrecerá a cambio un panorama impresionante. Con sus 800 m de arena fina y dunas blancas, es un paraíso para los turistas y residentes del centro de Córcega.

Situado en la desembocadura del río del mismo nombre, está en el corazón de un paisaje que se ha mantenido salvaje, alejado de cualquier urbanización. Incluso a las vacas les gusta relajarse allí...

Descubra Belgodère, erigido con orgullo sobre su espolón rocoso que domina el valle de Regieu.

Sigue los pasos del Marqués de Massa, un poderoso señor feudal, que un día de 1268 se refugió en lo alto de las teghje (rocas) antes de decidir establecerse allí.

Explora la parte fortificada del pueblo de Belgodere, ¡no te arrepentirás! Pase bajo una de las tres entradas arqueadas y visite los distritos de Cima du Fondu y Cabanne. Sube a la cima del teghje sobre los restos de la torre y disfruta de la vista excepcional que tienes a tu disposición.

Tómese el tiempo para hacer una pausa en el centro del pueblo y sentarse en la terraza de un café antes de dirigirse hacia la iglesia parroquial, declarada monumento histórico. No olvides mirar hacia la salida del pueblo si vas en dirección Costa para ver el castillo de Malaspina.

Tómese el tiempo para vivir en la Place Paoli, bajo la mirada de “Babbù” Pascal Paoli. Disfrutará de las terrazas de los cafés o de una partida improvisada de petanca con amigos y aficionados a la sombra de los plátanos centenarios.

Disfruta del paseo por el paseo marítimo de A Marinella que bordea una de las tres magníficas playas de arena fina, la playa de Napoléon. Le llevará a la isla de pórfido ocre, Pietra. En su cima se despliega la costa de Balagne, desde Calvi hasta la punta de Agriate, y los pueblos que componen la historia de L'Ile-Rousse. El lugar perfecto para admirar los atardeceres e inmortalizarlos para siempre.

Sant'Antonino, un nido de águila colgado de una cima de granito a casi 500 m de altitud, es uno de los pueblos más antiguos de Córcega y uno de los más altos de Balagne. Callejones, pasajes cubiertos y casas se funden con la roca. Desde los restos del antiguo castillo, la vista sobre la llanura y el mar es espléndida.

Lo más destacable es, sin duda, el espectáculo que ofrece su majestuosa ciudadela genovesa. Como una joya colocada sobre el agua, mira a lo lejos los macizos nevados del Monte Grossu que reflejan su sombra sobre el mar. Luego, si paseas por las estrechas calles de la ciudad, tiendas de delicatessen, tiendas de diseñadores corsos, belleza. Terrazas de bienestar, bienestar y restaurantes le esperan bajo la protección de Sainte Marie. ¡Te prometen encuentros atípicos e inolvidables!

Al pie del imponente edificio genovés, los barcos de pescadores y navegantes de recreo atracan junto a la colorida marina. A unos pasos pero aún en el centro de la ciudad, se encuentra su extensa playa de arena blanca, fina e inmaculada. Está rodeado por un pinar por el que se puede recorrer a través de la pasarela de madera que lo bordea. Después de nadar y tomar sol, este oasis verde le promete rejuvenecedores rincones de sombra.

Corte, en el cruce de los valles de Restonica y Tavignano. Desde lo alto de su promontorio, como un auténtico centinela, la ciudadela de Corte vigila la ciudad. En el cruce de los valles de Restonica y Tavignano,

rodeado por los picos más altos de Córcega; Monte Rotondo y Monte Cinto, Corte es el corazón geográfico de la isla.

El nuevo museo regional de antropología de Córcega expone en la ciudadela de Corte el rostro de la sociedad, la economía y la cultura tradicionales. Pero es ante todo un espacio decididamente abierto a la modernidad donde la presentación del patrimonio agropastoril nos permite comprender mejor la realidad de la isla en toda su historia.

Un paraíso para los caminantes a quienes ofrece diversas oportunidades de senderismo, la ciudad también simboliza los aspectos más destacados de la historia de la isla. Antigua capital de Córcega, Corte es hoy su universidad y centro cultural.

El casco antiguo, dominado por la ciudadela construida en el siglo XVI, ha conservado todo el encanto de un pueblo de montaña.

Se puede visitar el único vestigio de la arquitectura civil genovesa, el Palazzu Nationale, donde estuvo el gobierno de Pascal Paoli de 1755 a 1768. Un elemento esencial de la capital cultural de la isla, el museo de antropología de Córcega, ha encontrado un Lugar de elección en pleno centro de la ciudadela, en un antiguo cuartel rehabilitado.La galería Douzan, que evoca tradiciones, hábitos y costumbres agropastoriles, así como una galería dedicada a los aspectos sociales, culturales y económicos de la Córcega contemporánea, se complementa con una sonoteca y una biblioteca de iconos.

A aproximadamente media hora de Corte, cerca de Ponte Leccia, el pueblo de Morosaglia alberga el museo Pascal Paoli, instalado en el pueblo natal del "Padre de la Patria Corsa", que luchó ferozmente por la independencia. de Córcega. Presenta diversos objetos, recuerdos y documentos que pertenecieron a Pascal Paoli.

Entre Corte y Niolo, la Scala di Santa Regina, una hendidura de 10 kilómetros en la roca, es tan deslumbrante como una obra de arte. En el sitio, el espectáculo no le decepcionará.

Para los amantes de la naturaleza y los montañeses, el valle de Tavignano serpentea entre maquis y castaños, el valle es un lugar agradable para pasear. Conduce, para los más persistentes, a A Bocca di l'Arinella a 1592 metros sobre el nivel del mar. El caminante descubrirá antiguos viñedos en terrazas.Las gargantas de Restonica, clasificadas desde 1966, por las que ascendemos desde Corte, se abren entre dos picos de media altitud, A Punta di u Corbu a 802 metros sobre el nivel del mar y A Punta di Zumulu a 934 metros sobre el nivel del mar. El camino para carruajes permite llegar a los rediles de Grotelle, desde donde un camino conduce a los lagos de Melo y Capitellu, a 1711 y 1968 metros sobre el nivel del mar respectivamente.

A sólo 30 minutos en coche de la residencia Saint Jean, descubra el casco antiguo de Bastia, su ciudadela y sus tiendas. Aproveche un día para admirar su antiguo puerto, pasear por la plaza del mercado y la plaza Saint Nicolas. Todo ello pasando por el paso de Teghime, que ofrece una impresionante vista de 360° de Bastia y Saint Florent.

Visitar Bastia durante un paseo por su antiguo puerto ofrece un encantador descanso en el pasado. Este puerto es tan tradicional como sublime.

Las fachadas coloridas y ocres, a veces descoloridas por el tiempo, dan a las embarcaciones de pesca y recreo. Bajo la mirada de la iglesia de Saint-Jean-Baptiste, majestuosa y guardiana de obras monumentales, la vida está en pleno apogeo.

Cafeteros, pescadores y caminantes animan el Puerto Viejo desde la mañana hasta la noche. Enclavado en esta íntima cala, se disfruta de las actividades típicas de la ciudad portuaria, resplandecientes atardeceres, desayunos bañados en olor a yodo, veladas que se extienden a lo largo de noches cálidas y acogedoras.

Situada en las afueras de Bastia, la Place Saint Nicolas es una de las más visitadas. Impresionante por su tamaño, rodeada de palmeras y edificios burgueses, enmarcada por una estatua de Napoleón y la de una mujer con su hijo en brazos, arrullada por el sonido del quiosco de música, repleta de restaurantes y animadas tiendas, la plaza Saint Nicolas es un punto neurálgico. centro de la ciudad.

Si decides visitar Bastia y pasar por esta importante plaza, no dejes de ir el domingo por la mañana durante el mercadillo.

Bastia fue construida en 1378. La Ciudadela, también llamada Terra-Nova, fue construida dos años más tarde. Hoy en día, si quieres visitar Bastia, no te puedes perder este monumento que captura la eternidad. Después de subir las escaleras adoquinadas o cruzar los jardines de Romieu, atraviesa la puerta Luis XVI y déjate llevar por el encanto de la Ciudadela de Bastia.

Descubra las calles pintorescas, este maravilloso laberinto: las fachadas coloridas se suceden, la ropa ondea al viento en los balcones, las contraventanas guardan celosamente la frescura de las casas, las conversaciones transcurren animadamente en los bancos de piedra.< / p>

Este auténtico paraíso está lleno de espectaculares tesoros históricos: la Place du Donjon, el Palais des Gouverneurs y el museo de historia de Bastia, la Catedral Sainte-Marie.

¿Eres un amante de la naturaleza y buscas qué hacer en Bastia? Esto es bueno, el jardín Romieu le invita a dar un paseo encantador en el corazón de un entorno verde.

Armonioso, de curvas voluptuosas y elegantes, salpicado de jarrones en los pies, estatuas, fuentes de perlas y rejas de hierro forjado, el jardín Romieu es un paraíso tan refinado como bucólico. Las escaleras escalonadas descienden hasta el Puerto Viejo y ofrecen una espléndida vista panorámica del ir y venir de los barcos.